Para facilitar este paso al niño, es recomendable tener en cuenta unos consejos prácticos:
Mientras sigue durmiendo por la noche en su cuna, dejar que juegue o duerma la siesta en la cama, hasta que se sienta más seguro en ella y haga el cambio definitivo.
Explicarle los motivos del cambio, valorando siempre su crecimiento y su tamaño.
Procurar situar la nueva cama en el mismo lugar en el que estaba la cuna.
Mantener algún juego de cama o mantitas de la cuna para fomentar la seguridad del niño hacia “lo viejo conocido”.
Colocar una barandilla o barrera protectora en la cama para evitar que se caiga al suelo si se mueve mucho por la noche. La barrera debe tener un lugar libre para salir y entrar por si el niño quiere ir al lavabo.
Dejar que escoja el modelo de cama, las sábanas y los adornos. Puede elegir el color o el estampado con su personaje favorito.
Se puede celebrar el “día del cambio de cama” para motivar al niño y recordarle que se “hace mayor”.
Tener en cuenta que existen camas específicas para niños pequeños con la apariencia de una cama normal y que pueden incluso disponer de barandillas protectoras o bien estar decoradas o tener la forma de un coche, un tren…
Mantener un hogar seguro, ya que el niño es capaz de levantarse y deambular por la casa a sus anchas.